Un momento para todo
Ayer al fin llegó mi copia de Paper Mario The Thousand Year Door, una entrega más de una de mis sagas favoritas. Lo tenía en preventa, lo cancele y después, en un momento de capricho (o debilidad), lo ordené. Mientras llegaba, sumido en un aburrimiento matutino, busque algo que jugar en mi colección. Varios me llamaron la atención, algunos nunca los había abierto y uno estaba inconcluso. Dudé. Vacilé unos instantes, debatiendome sobre si debería continuarlo, si lo recordaría, si lo habré dejado por algo. Sin embargo, lo abrí, y continúe dónde lo dejé. Y me gustó, diría que me encantó. ¿Cuál es la diferencia ahora? Este es su momento. Sin saberlo, sin esperarlo, se produjo. Así pasa. Simplemente ocurre de esa forma. Un deseo, un capricho, un gusto que se extiende, se alimenta a si mismo, y nos pide a probar algo, a querer algo o dejar algo. Una vida puede componerse de muchos deseos y cuando se ven repetidos o insaciables, ahí se vuelven pasiones. Hoy recupe...